El día en que San Lorenzo jugó a no equivocarse

*Por Sebastián Giménez. Escritor. Autor de los libros VEINTE RELATOS CUERVOS y CUARENTENA DE RELATOS CUERVOS.

La postura fue otra. San Lorenzo no fue nítidamente superior a Huracán pero no se equivocó tanto como en la jornada anterior, en el papelón de triste recordación frente a Central Córdoba. Se disputó con actitud cada pelota, a veces ganando, a veces perdiendo. La actitud estuvo. ¿Y qué falto carajo, entonces, que uno ve la chapa final y se deprime? Y faltó algo de juego, quedó claro. No se pudo armar del todo San Lorenzo en cuanto a circulación de pelota en la mitad de cancha. Apuesta a hacer una transición rápida en el medio, la zona huérfana, para que le llegue a los de arriba. Dos chances de Uvita en el primer tiempo, un disparo de Ramírez en el travesaño. Y el golazo de Di Santo aprovechando un error pero corriendo con gran velocidad y definiendo con categoría. Pasando en limpio: el gol de San Lorenzo nace de un error del rival. Quiero decir, las virtudes propias para desequilibrar en el uno a uno si el rival no falla estuvieron ausentes.

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Abajo, el equipo mejoró aunque es verdad que la vara había quedado demasiado baja luego de la jornada anterior tan desastrosa. Rojas jugó mejor que Herrera en los laterales, aportando marca y alguna excursión en ataque. El Yacaré tuvo un partido confuso, a los empujones, con actitud pero poco claro. La zaga central experimentada formada por Braghieri y Donatti estuvo en general sólida y no se anduvieron con rodeos revoleándola para adelante. Esto le permitió ganar solidez pero no ayudó a crear un juego prolijo ni predominante. San Lorenzo jugó en ese sentido a no equivocarse, a no repetir errores. En el gol de Cristaldo, fue sorprendida la defensa por un envío cruzado y Devechi, que no había tenido fallas, no salió.

En el medio, Yeison Gordillo fue amonestado por una dura entrada a los 4 minutos de juego. Torito Rodríguez jugó un muy buen primer tiempo y se cansó en la segunda mitad. Ramírez anduvo bien, aportó juego vertical, fue peligroso y desequilibrante al encarar. Arriba, Ángel Romero jugó un partido esforzado pero no fue desequilibrante. Di Santo jugó el mejor partido desde que está en San Lorenzo. En la semana, Peralta Bauer había hecho un golazo gambeteando al arquero en el partido de Reserva y muchos cuervos que lo vimos dijimos en esa selva de Twitter: “Di Santo no puede hacer eso”. Y lo hizo. Que Huracán a veces motiva de tal modo a San Lorenzo que hasta logró que una serie de penales la definiera el Topo Rentería. En este caso, Di Santo mostró mucha velocidad y agresividad para ir a buscar, se lo notó bien físicamente y no se entendió que el entrenador lo reemplazara a poco del final y con el partido empatado.

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¿Cuál es la sensación con la chapa puesta? Que San Lorenzo pudo ganarlo, pero no lo hizo tal vez porque jugó a no equivocarse, casi como una reacción a la anterior jornada del póker de errores contra los santiagueños. Tuvo actitud al disputar cada pelota pero no se adueñó del trámite del partido en casi ningún momento. No arriesgó, no tomó al toro por las hastas sino que intentó que no le ensartara una seguidilla de cuernazos. No fue suficiente. No pudo sobrepasar al rival, desequilibrarlo si Huracán no cometía el error. Faltó juego, audacia y el cálculo, en ese envío cruzado que decretó el empate. Un punto. Y seguido, que se vienen instancias importantes.

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