Hablar en la cancha
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*Por Sebastián Giménez. Escritor. Autor de los libros VEINTE RELATOS CUERVOS y CUARENTENA DE RELATOS CUERVOS.
En la semana, el COVID había jugado también su partido, diezmando a la Universidad de Chile. La salud, la pandemia inmiscuyéndose como una invitada indeseable para todos. Comenzó bien San Lorenzo.
El partido empezó con un pelotazo largo de Donatti y Juli Palacios ganando un córner. Ni un minuto había pasado y ya Gattoni había reventado el travesaño con un cabezazo. Filoso, agresivo San Lorenzo en esos instantes iniciales. Ángel Romero gambeteó excelente, descargó hacia sus compañeros, inventando un bárbaro cambio de frente a Herrera, al que le costó dominar la pelota y tapó el arquero. El ida y vuelta del Yacaré es notable, ojalá pueda agregarle la dosis de tranquilidad para no tropezarse a veces con la pelota. En el medio, el Torito Rodríguez tuvo un andar aceptable y Elías incluso se destacó, aportando recuperación y entregas criteriosas. Ramírez fue otra vez un punto alto, aportando verticalidad. Arriba, muy bien Ángel y Di Santo metió otro gol. San Lorenzo jugó treinta minutos bien y Di Santo metió tres goles en los últimos tres juegos.
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En el último cuarto de hora del primer tiempo, el equipo volvió al andar taciturno que nos tiene acostumbrados, tal vez hijo del mal estado físico heredado del ciclo anterior y que se comprobó cuando el nuevo cuerpo técnico vio que el plantel casi entero no aprobaba un test de Cooper. Uno a cero terminó el primer tiempo.
El segundo tiempo arrancó con la Universidad de Chile dominando la pelota pero siendo mayormente inofensivo. Devechi tuvo una noche tranquila y transmitió seguridad bajo la premisa sencilla de no complicarse y revolearla sin demasiados miramientos cuando lo hacen jugar con los pies. Bien los laterales en el ida y vuelta, tanto Herrera como Rojas. A este último habrá que reconocer que lo recuperó Dabove. Un lateral izquierdo, por algo se empieza, que tal vez de atrás para adelante se arman los equipos. Muy bien Gattoni y Donatti, la defensa central que dejó el ciclo de Soso. La sensación es que, con Braghieri, tenemos centrales “para tirar al techo”, pongámosle.
Luego de esos primeros minutos, comenzó a desequilibrar Ángel Romero encabezando contraataques, uno de los cuales terminó en una hermosa asistencia a Di Santo. Tomá y hacelo, dijo el paraguayo, la pelota rodando por el piso en el borde del área chica, pero tapó el arquero De Paul, el homónimo del jugador de Racing que alguna vez nos amargó. En la siguiente jugada, Ángel Romero definió muy bien tras una circulación de pases rápida del equipo y la asistencia de Ramírez.
En el minuto 65, tuvo lugar el cambio que hizo un poco desperdiciar el envión del delantero figura del partido y echando nafta sobre los chusmeríos extrafutbolísticos. Pittón por Ángel Romero. Si Dabove había parado en el once inicial el equipo políticamente correcto en el sentir del hincha, en ese momento encaró la modificación antipática que congeló la foto no en un festejo de gol sino en los gestos del jugador al ser reemplazado y el saludo negado al entrenador. Sucesión de cambios, cinco modificaciones en total pero todos sabíamos que había más posibilidades de que entrara el utilero que Oscar Romero. En el último segmento del partido, se lo perdió de nuevo Di Santo y el arquero le ganó un mano a mano a Uvita Fernández. Entró Rosané, un reconocimiento a su buen desempeño en la noche aburridísima en el Sur. Melano no se animó a desbordar ni con el partido abierto.
Pero el árbol de la modificación polémica ya había tapado el bosque del juego, del triunfo y la clasificación a la siguiente fase previa. Se viene Santos y hay que ganar en el torneo local, desafíos mayúsculos como para continuar distrayéndose en cuestiones menores, en el chusmerío, los dimes y diretes en ese círculo enfermizo que no le hace bien al plantel ni a San Lorenzo. Que el equipo hable en la cancha, como lo hizo ayer Ángel Romero junto a sus compañeros. Para que gane San Lorenzo.
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