El rival juega. Y lo tenés que marcar

Por Sebastián Giménez

“Dando un paso pa’ adelante, cuatro pasos para atrás. Me parece que este baile no me conviene, me va a agotar”. “La deuda”, tema de Ignacio Copani

Luego de la victoria utilitaria el fin de semana pasado en el Sur, la jornada 9 ponía a San Lorenzo recibiendo al recién ascendido Central Córdoba de Santiago del Estero. Muchos lo interpretamos como la ocasión para mostrar el fútbol que aún andaba apareciendo en cuentagotas. Era ganar y mostrar algo más en juego que nos encaramara un poco como un equipo que fuera a pelear el campeonato. El 1 a 0 casi sin jugar al fútbol en el Sur nos servía para darle el espaldarazo al equipo ante nuestra gente. Los Romero, Belluschi (resistido), Ramírez. Arriba, Blandi recuperando la titularidad.

Pero el técnico y algunos hinchas golosos de fútbol (yo incluido) no cayeron en la cuenta que en el fútbol también se marca. En el Mundial 94, el DT del seleccionado argentino Alfio Basile contó que juntó a cuatro monstruos: Batistuta; Balbo; Maradona y Caniggia y les dijo: Muchachos, yo quiero que jueguen los cuatro. Pero, por favor, alguno de ustedes cuando ataca el rival vuelva por la izquierda.

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Ayer San Lorenzo pensó sólo en ir y no en volver. Y volvió mal, retrocedió pésimamente y esto va más allá de la expulsión temprana de Ferrari. Once contra once, Central Córdoba ya había pateado tres veces al arco desde posición favorable y hasta estrelló un tiro en el poste. Tan mal retrocedió el equipo que el primer gol de los visitantes fue la remake del gol que nos hiciera Unión en el mismo arco un poco más de un mes atrás. Salió lejos a intentar anticipar Gonzalo Rodríguez (en el anterior, Senesi), y sin cinco de marca que hiciera relevo alguno, quedó una grieta enorme, por donde se coló el delantero visitante Herrera para definir.

El primer cambio, obligado, Gonzalo Rodríguez por Oscar Romero era lógico. Puede discutirse quién debió salir. El segundo cambio, el de Barrios por Menossi es inentendible y fue contra toda lógica. Sacó al único jugador parecido a un 5 reemplazándolo por un volante creativo. Lo hizo probablemente, aunque nunca lo admita, porque se subestimó al rival. Gervasio Núñez, Herrera, Alsogaray se hicieron un picnic con una defensa jugando al achique y un mediocampo sin cinco de marca. Si alguna enseñanza debemos extraer de este juego, es que tenés que jugar con número cinco aunque el rival sea Deportivo Villa Piolín. Nos hicieron cuatro, pero llegaron mano a mano con el arquero aproximadamente en diez ocasiones.

Curiosamente, el día en que se podía llegar a la punta transitoriamente, tocamos fondo. Es un contrasentido llamativo. De potencial puntero a no saber a qué jugamos. Se quiso poner un equipo que jugara bien, que diera el salto cualitativo para ilusionar al hincha, y nos terminamos desilusionando todos. En un partido que, en la previa, pensábamos cantar el “Desde Boedo salió el nuevo campeón”, a la conmovedora canción que recuerda las malas y que “lo que nunca pudieron fue parar esta hinchada”.

Barajar y dar de nuevo. Un partido así te confirma que no hay titulares ni suplentes, salvo el lateral izquierdo Bruno Pittón, que volvió a marcar un gol y cerca estuvo del segundo. Arrancar esta semana casi de cero en el juego, en el armado del equipo. Mezclar las cartas del mazo otra vez, patear el tablero, borrar el pizarrón.

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Lo bueno es que no se empieza de cero en los puntos, tenemos dieciséis, continuamos no sabemos bien cómo en posición expectante. Pero para nutrir esa esperanza y volver a creer deberá sentarse el equipo a repasar conceptos básicos. Al fútbol se juega con un 5. Si tirás el achique, debe estar aceitado. Intentar jugar siempre. Pero no olvidarse que el rival también juega. Vaya que juega. Y lo tenés que marcar, carajo. Lo tenés que marcar.

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